‘para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo’.
Romanos 15:6
Las reuniones públicas de adoración son el punto climático, es el acto que está en la cima de nuestra comunión con Dios. Permítame ponerle un ejemplo. Si fuésemos aldeanos, súbditos de un rey, le serviríamos al obedecer sus mandatos, al trabajar la tierra, cuidar la región, pagar nuestros impuestos y prestarnos a colaborarle en todo asunto. Pero poder entrar en el castillo a la cámara privada, a la presencia misma del rey llevando un presente y ser mirado y acogido con beneplácito por él, eso es un acto de servicio especial. Bien, el culto pertenece a esa esfera especial de adoración que le damos a Dios. Sigue leyendo