Arthur Pink
«Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él» (Hb.12:5).
No todas las disciplinas son santificadas para quienes las reciben; algunos se endurecen con ellos; otros son quebrantados bajo ellos. Mucho depende del espíritu con que se reciban las aflicciones. No hay ninguna virtud en las pruebas y los problemas en sí mismos: El cristiano se beneficia de ellos solo en la medida en que son bendecidos por Dios. Como nos informa Hebreos 12:11, son los que son «ejercitados» bajo la vara de Dios los que producen «fruto apacible de justicia». Una conciencia sensible y un corazón tierno son los complementos necesarios.
En nuestro texto se advierte al cristiano contra dos peligros totalmente diferentes: no menosprecies, no desmayes. Se trata de dos extremos contra los que es necesario mantenerse siempre alerta. Así como cada verdad de la Escritura tiene su contraparte equilibrada, también cada mal tiene su opuesto. Por un lado, hay un espíritu altivo que se ríe de la vara, una voluntad obstinada que se niega a ser humillada por ello. Por otro lado, hay un desmayo que hace hundir por completo bajo ella y da paso a la desesperación. Spurgeon dijo: “El camino de la justicia es un paso difícil entre dos montañas del error, y el gran secreto de la vida del cristiano es deslizarse por el valle estrecho en medio”.
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