[IV] Entendiendo la Obra de Jesucristo como Salvador

Lección

Cuando hablamos de la salvación del hombre de sus pecados y sus consecuencias temporales y eternas, debemos entender que esa obra es demasiado grande para explicarla de forma liviana o descuidada. El pecado es un mal tan impresionante que requirió de la misma presencia de Dios Hijo para revertir los efectos devastadores del pecado. Sin embargo, esta obra de salvación, nos muestra la gran sabiduría de Dios en todas las cosas, al proveer de salvación a hombres pecadores sin manchar sus manos de impiedad.

Este trabajo de Dios en la salvación empezó desde la eternidad. Dios es soberano y nada lo toma por sorpresa, de manera que cuando el ser humano pecó, Dios ye había elaborado un plan preciso y sabio para salvar a un pueblo de sus pecados que detalladamente se desarrolla en el tiempo. Esta magnífica obra de salvación la podemos dividir en tres partes:

 

Lo que Dios Padre hizo en la eternidad o también llamada salvación planeada.

Lo que Dios Hijo hizo en la cruz o también llamada salvación terminada.

Lo que Dios Espíritu Santo hace en las personas o también llamada salvación aplicada.

 

Antes de tocar algunos de estos puntos, debemos aclarar varias palabras que vamos a usar en lecciones posteriores y que si no te empiezas a familiarizar con ellas, seguramente no podrás entender el maravilloso significado de la salvación de Dios Padre hecha en Cristo y aplicada por el Espíritu Santo. Estas palabras son: Expiación, Obediencia y Sacrificio.

 

Expiación

Tal vez la palabra expiación no se use frecuentemente y por ello no sabemos bien su significado. En la Biblia, la palabra expiación hace referencia a la obra de salvación de los pecados. Si pensamos que bajo el Antiguo Testamento un animal debía ser sacrificado como expiación, significa que Dios perdonaba al pueblo habiendo aceptado la vida de ese animal en sustitución del pueblo. El animal muerto mostraba lo que cada uno debería experimentar, pero al ser sacrificado como sustituto, Dios lo aceptaba y así la gente no moría por el justo juicio de Dios sobre el pecado. Allí hubo expiación, salvación por medio de un sacrifico.

Levítico 1:4; Hebreos 2:17

Debido a que la expiación está llena de elementos que debemos conocer, vamos a estudiarlos desde la próxima lección, pero primero tratemos de reconocerlos por separado así: Redención, Propiciación, Reconciliación. La próxima vez que escuches la palabra expiación piensa en un trípode o en una mesa sostenida por tres patas: Redención, Propiciación y Redención.

 

La Obediencia de Cristo

La Escritura contempla la obra de Cristo como una obra de obediencia y emplea con suficiente frecuencia este término. Esta obediencia ha sido frecuentemente designada como la obediencia activa y pasiva de Cristo. Te recuerdo que si no te familiarizas con esto no podrás entender el gran mal que el pecado le provocó al ser humano ni la gloriosa respuesta de Dios para su salvación.

Para entender lo que significa que Cristo obedeció activa y pasivamente debemos reconocer que la ley de Dios tiene a la vez demandas y sanciones. Nuestras leyes también funcionan así. Las leyes dan ordenes, lineamientos y también establece penas para quienes las transgreden. La Ley exige no sólo el pleno cumplimiento de sus preceptos, sino también la imposición de la pena por todas las infracciones e incumplimientos. Es esta doble exigencia de la ley de Dios la que se tiene en cuenta cuando se habla de la obediencia activa y pasiva de Cristo.

 

Obediencia activa.

Hace referencia a que Cristo cumplió la ley de Dios en todas sus demandas positivas. Cumplió a la perfección las demandas de la justicia de Dios. Dio plena satisfacción a las demandas de la ley de Dios. La obediencia de Cristo fue vicaria en el pleno cumplimiento de las demandas de la justicia y será atribuida a la cuenta de quien crea en Cristo.

Mateo 5:17; Juan 8:46

 

Obediencia pasiva.

Cristo como sustituto de su pueblo quedó bajo la maldición y condena debida al pecado que llevaba. Afrontó la culpa del pecado como si Él la hubiese merecido, se sometió a las consecuencias que vienen de incumplir la ley tal como si la hubiese transgredido. Dio plena satisfacción a las demandas penales de la ley cuando se violan. La obediencia de Cristo fue sustitutoria en llevar todo el juicio de Dios sobre el pecado y será aplicada a quien crea en Cristo.

2 Corintos 5:21

Como puedes ver, no habría salvación para ninguno de los pecadores si Cristo no hubiese obedecido activa y pasivamente. La obediencia de Cristo viene a ser la base del perdón de pecados y la aceptación de los pecadores por parte de Dios.

 

Sacrificio

Se ve a primera vista en el Nuevo Testamento que la obra de Cristo es presentada como un sacrificio. Los sacrificios del Antiguo Testamento eran básicamente expiatorios. Esto significa que tenían que ver con el pecado y con la culpa. El pecado involucra una cierta responsabilidad, una responsabilidad que brota, por una parte, de la santidad de Dios, y, por otra, de la gravedad del pecado como contradicción de esta santidad. El sacrificio era la provisión divinamente instituida mediante la que el pecado podía ser cubierto y quitada la susceptibilidad a la ira y maldición divinas.

Juan 1: 29; Efesios 5:2

El adorador del Antiguo Testamento, cuando llevaba su ofrenda al altar, ponía una víctima animal en su puesto. Al imponer las manos sobre la cabeza de la ofrenda, se transfería simbólicamente su pecado. Éste es el punto sobre el que giraba la transacción. En esencia, el concepto era que el pecado del oferente era cargado a la ofrenda, y que la ofrenda llevaba, como resultado, la pena de muerte. Soportaba como sustituto la pena o responsabilidad debida al pecado.

Estas ofrendas eran sólo sombras e imágenes. El significado de esto es que a Cristo, como el gran sacrificio ofrecido sin mancha a Dios, le fueron transferidos los pecados y culpas de aquellos en cuyo favor se ofreció a sí mismo en sacrificio. A causa de la imputación sufrió y murió el justo por los injustos para llevamos a Dios. Por un sacrificio él ha perfeccionado por siempre a los santificados.

Hebreos 10:10-14

Pero hay otra verdad, es que Cristo se ofreció en sacrificio siendo también nuestro Gran Sacerdote. Fue un sacerdote que se ofreció a sí mismo. No fue ofrecido por otro sino que se ofreció a sí mismo. Esto es algo que no podía ser ejemplificado en el ritual del Antiguo Testamento. El sacerdote no se ofrecía a sí mismo, y tampoco podía la víctima ofrecerse a sí misma. Pero en Cristo tenemos esta singular combinación que sirve para exhibir la singularidad de su sacrificio.

Pues bien, en las tres próximas lecciones vamos a referirnos a la obra del Señor Jesucristo como Salvador o salvación consumada y luego a la salvación aplicada.

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